Para los más, el desconocimiento provoca cierto malestar ante el que consideramos un "erudito" en muchas ocasiones más por sus aspavientos que por sus conocimientos.
Es cierto que existen unas claves importantes para detectar si un vino está en buenas condiciones o no. Como todo en la vida es cuestión de práctica.
En una cata profesional se analizan muchas cosas:
- Análisis visual: su aspecto, el brillo, el matiz, el color, su transparencia u opacidad, etc.
- Análisis olfativo: el aroma, su nota o rasgo más relevante, etc.
- Análisis olfato-gustativo: si es persistente, insípido, si tiene bouquet, postgusto, etc.
- Análisis gustativo: en el se distinguen la acidez, salinidad, dulzor, astringencia, et., etc.
- Análisis táctil: en el que se analiza el cuerpo y la viscosidad del vino.
Ya iremos hablando con calma de estos diferentes aspectos, de momento empecemos por darnos permiso para disfrutar, para averiguar si el vino nos gusta o no. Eso es lo más importante.
Y el permiso empieza al tener la copa en la mano. Entorna los ojos y huele. Mueve un poco la copa, el vino en contacto con el oxigeno del aire desprende los aromas de su raza, de su esencia vital. Vuelve a oler y déjate sentir.

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